Magia a la luz de la luna

2014, Estados Unidos.

Woody Allen.

En la Francia de los años 20, durante la época dorada del jazz, un mago inglés está decidido a desenmascarar a una falsa médium. Esto desencadenará una serie de hechos mágicos que sacudirán la vida de ambos.  

Woody Allen regresa para aportar más de lo mismo sin innovar en absolutamente nada. Ésta es sin duda una de sus obras más flojas que, pese a tener un arranque atractivo, se queda en el intento. 

Tenemos los elementos clásicos Allen: Una joven guapa y rica -encarnada por Emma Stone-, una ciudad bonita con paisajes de ensueño, una burbuja pedante y cultivada, el extraño hombre -Colin Fith- y un tórrido romance. Esta fórmula que siempre ha funcionado y que aporta un sin fin de risas comienza a decaer por pura rutina fílmica. Y es que la película es intuitiva, con algún atisbo de misterio pero con una resolución clara y demasiado típica.

Los diálogos pierden también fuerza, incluso en algún momento son escandalosamente enlatados y absurdos, demasiado mediocres para quien ha sido un rey del guion. La historia avanza con demasiados altibajos, desconcertando a cada momento, hasta llegar a una tercera parte aburrida y carente de emoción. Pero lo peor está por llegar. El final es tan surrealista como la película en sí, pues sube el nivel de cursilería y sucede lo que sabíamos que sucedería desde el minuto uno, y tan siquiera lo hace con clase. 

Dicen que el director se está quedando encasillado, lo cual resulta una locura si pensamos en la maravillosa Blue Jasmin, pero claro está que debe alejarse de la más que conocida fórmula para sorprender y seguir manteniéndose en la lista de los grandes. Por desgracia, ha suspendido este último examen.

Alba Guillén.